Muchos de los aficionados a la moda clásica que por aquí promulgamos no tienen necesidad real de vestir de traje bien por su trabajo o entorno. Sin embargo, hay muchos, entre los que me incluyo, que les encanta tener la excusa perfecta para vestir de esta manera a diario o al menos un par de veces por semana.
Quizás estoy diciendo algo sin demasiado sentido, pero me consta que muchas personas piensan esto porque realmente no hay nada más elegante que un buen traje y sus bien escogidos complementos.
En otra época cualquier hombre más o menos cualificado, o no, trataba de vestir en traje y corbata porque la importancia de la imagen era aún más relevante. Uno no sólo debía ser bueno, sino también parecerlo. Sobre este tema ya he divagado en varias ocasiones en artículos como este, tratando de reivindicar la verdadera elagancia sin tapujos. Pero hoy no pretendo rizar el rizo con el mismo tema, simplemente vengo a mostrar una alternativa real al traje en su expresión más formal, sacándolo de ese contexto típico del mundo ejecutivo, la abogacía y demás hombres de negocios.
Pretendo demostrar con esto que uno si quiere puede vestir traje y no sentirse ridículo por ello estando fuera de cierto contexto típico. -No es fácil-. Llevar el traje como si no supusiera un esfuerzo, como si transmitiera informalidad, sin sentirnos disfrazados.
El recurso al que muchos llegamos es a la consabida combinación de americana y pantalón de estilo formal, pero mi reivindicación hoy es la del traje completo sin complejos. Por ello me apoyaré en varias imágenes de quienes para mí conjugan a la perfección este estilo ambiguo y polivalente: B&TailorShop.
Como vemos en la imagen de arriba existen varios recursos que hacen que el uso de un traje pueda resultar mucho más distendido de lo que inicialmente puede parecernos. Para ello podemos dejar de lado las camisas clásicas, y optar por otras denim, de rayas o cuadros. Con este simple recurso estaremos consiguiendo dos cosas: 1) Abrir un mundo nuevo de posibilidades en combinación que quizás no nos habíamos planteado. 2) Huir de la extrema formalidad inicial de nuestro traje.
Otra herramienta que vemos en la imagen superior es el uso de corbatas mucho más sport como pueden ser las corbatas de punto, grenadine o similares. Esto irremediablemente nos traslada a una posición más sport y por ende nos ayuda, una vez más, a restar formalidad al conjunto.
Como vemos en estas imagenes de los coreanos, recurrir a trajes grises también ayuda a salir un poco del cliché de la formalidad. Y a pesar de seguir siendo looks sobrios elegantes ya no serían los típicos usados para una reunión de negocios, por ejemplo.
En cuanto a paños, también sería bueno optar por variedades más elaboradas como un Príncipe de Gales con detalles en color, o un windowpane. Sin irnos a los estrictamente informales como pueden ser los elaborados en tweed, donegal, o tonalidades y grafiados más atrevidos y distendidos, ya que recordemos que buscamos en todo momento la ambigüedad entre un aspecto y otro, no decantarnos de lleno en el terreno informal.
El uso de corbatas o accesorios con tonalidades ligeramente llamativas también nos aleja, como es lógico, de la parte más sobria de ir trajeado, por ello con estos detalles, como vemos en la imagen de arriba, estaremos desmarcando claramente nuestro estilo hacia un lado más sport.
Otro elemento que nos facilita esa transición entre lo formal e informal son los zapatos. Un calzado en tonos más claros o en ante será infinitamente más informal que uno en color negro o chocolate y confeccionado en calf, y esto se trasladará al look final.
Haced la prueba e imagináis el atuendo bajo estas líneas con unos oxford en color negro y luego volved a mirar la imagen. Queda claro que esos zapatos por los que ha optado Alan See hacen que su look sea mucho más sport.
Espero que con este pequeño análisis hayamos llegado a la conclusión de lo que muchos veían como imposible y otros lo verán como una herejía, y es que el traje se puede des-formalizar, para de esta forma conseguir poder vestirlo en más ocasiones más allá de las circunstancias típicas a las que estamos acostumbrados.