Hace algún tiempo Jose María López-Galiacho publicó en su Blog ElAristócrata.com un artículo titulado Costar vs Valer, la diferencia está en los detalles, con el que nos hizo reflexionar sobre aquellos detalles que marcan la diferencia entre una prenda que vale lo que cuesta y otra que no. Mi intención hoy es ir mucho más allá y reflexionar sobre la percepción que tenemos los usuarios sobre un producto en función de su precio.
Personalmente nunca me he dejado llevar por las marcas ni por el marketing. Reconozco que es una herramienta valiosa e importantísima para cualquier empresa que venda productos finales a sus clientes, al igual que conseguir una imagen de marca, pero en mi caso siempre he tratado de ser crítico al respecto, y juzgar al producto por lo que realmente es.
Un tema que hemos tratado en varias ocasiones en el Foro es el establecimiento de precios en base a características que nada tienen que ver con el producto en sí. Y es algo de lo que me gustaría hablar aquí hoy.
En ocasiones se fijan precios sólo y exclusivamente para entrar en una categoría o nivel de empresa determinado. Y por lo tanto la relación calidad/precio queda distorsionada por esos factores que, como decíamos antes, nada tienen que ver con el producto.
Lo que cuento a algunos os parecerá tremendamente lógico y claro, pero os sorprendería saber la cantidad de personas que en base a un precio y una imagen presuponen e incuso atribuyen cualidades a productos sin ni siquiera conocerlas realmente.
Si por algo quiero que se caracterice la filosofía de SinAbrochar es por la practicidad y lógica de todo lo que aquí se trate. Nunca he pretendido aspirar a tratar sólo marcas de lujo, ni tampoco he querido promulgar la elegancia low cost. Porque no creo realmente ni en una cosa ni en la otra. Pretendo que en base a la experiencia y conocimiento vayamos aprendiendo a tener criterio para ser capaces de discernir entre un producto que es todo paja y otro que realmente merece la pena.
El problema realmente viene cuando no es tan fácil diferenciar un producto de otro. Generalmente los productos que suelen llamar a la reflexión o crítica suelen ser los de precio más alto -otro gran error que cometemos- y en estos casos suele suceder que realmente el producto cuenta con calidad, pero en ocasiones no la correspondiente al rango de precio.
¿Cómo descubrimos esto?
Desgraciadamente esto no es fácil de averiguar, y para ello debemos de conocer bien el sector en el que nos movemos, los procesos de fabricación, las alternativas de productos similares, si existe o no competencia directa, e incluso si está en nuestra mano tratar de conocer los precios de las materias primas, entre otras cosas. Y estos datos no siempre son fáciles de conseguir.
Nuestro objetivo no debe ser calcular el margen exacto de beneficio que ganará la empresa con dicho producto -porque además muy probablemente será totalmente irreal porque no habremos tenido en cuenta muchos factores- Si no que el objetivo de dicha investigación es conocer de primera mano todo el entorno del producto para, ahora sí, valorar lo que nos ofrece en relación con su precio.
Una vez hecho esto, incluso con los productos más caros podemos llevarnos grandes sorpresas.
Os pondré un ejemplo en el que lo veréis con claridad:
La semana pasada vi un reportaje sobre Estambul en el que empezaron a hablar de la tradición en la fabricación de alfombras totalmente tejidas a mano hilo a hilo. Y mostraron algunos ejemplos impactantes de modelos de más o menos grandes dimensiones que costaban 20.000 euros. El señor que les atendía dijo que llevaban más de 2 años de trabajo.
Inmediatamente me puse a calcular y… Un año generalmente tiene unos 250 días laborables y una jornada normal, y justa, suele ser de 8 horas -al menos en España- por lo que un año vendría a tener unas 2.000 horas laborables. Pero hemos hablado de 2 años, por lo que estaríamos ante 4.000 horas de trabajo.
Si dividimos 20.000 euros entre 4.000 horas de trabajo nos saldrá un dato de 5 euros/hora como precio del trabajo realizado. Honorarios que parecen muy por debajo de los justos, y eso que no hemos contemplado en ningún momento el coste en materia prima, infrastructura y demás…
Es por ello que una vez analizado, y como hemos dicho sin contemplar todos los datos, la alfombra de 20.000 euros parece ser realmente muy barata en relación con su coste de fabricación.
Como ejercicio para casa os dejo los siguientes datos:
Un traje a medida artesanal cuesta entorno a los 1.500-2.500 euros de media en España. Lleva unas 70 horas de trabajos de confección, más al menos 2-3 citas con mediciones, pruebas y ajustes. Y el precio medio de los tejidos suele ser de entorno 40-70 euros/metro y para hacer un traje normalmente necesitamos 2.8 metros.
A vuestro juicio -y según los cálculos necesarios- ¿Resulta caro o barato un traje a medida artesanal?
Al margen de estas consideraciones y cálculos entra en juego un aspecto totalmente subjetivo como es la percepción personal de cada uno. Pero sinceramente pienso que esta percepción individual está demasiado condicionada por la situación personal del observador. Estatus socio-económico, poder adquisitivo, cultura, formación, y un largo etcétera son condicionantes irremediablemente ligados. Pero un buen crítico debe trata de dejar a un lado todas estas influencias y sopesar cada producto de la forma más aislada posible.
Como hemos visto, el razonamiento a seguir puede ser más objetivo de lo que parece en un principio.
Pero hasta ahora hemos dejado de lado otro aspecto altamente influyente: La imagen. La imagen de marca proyectada es, junto con el precio, para mí uno de los mayores aspectos influenciadores para el usuario. Por suerte para unos y por desgracia para otros, solemos dejarnos llevar en exceso por estas dos claves que en ocasiones pueden mostrarnos la realidad y en otros casos una distorsión totalmente premeditada del producto en cuestión.
Vivimos en la era de la información y gracias a la red de redes tenemos al alcance de nuestra mano prácticamente cualquier cosa que seamos capaz de buscar. Por ello hoy si realmente nos lo proponemos es muy complicado que las marcas nos den gato por liebre. Pero todavía hay mucha gente que no usa estas herramientas en su propio beneficio, y las marcas siempre van por delante nuestra. Por ello desde SinAbrochar tratamos de que esto poco a poco vaya cambiando. Y una vez más diré que mi pretensión no es adoctrinar a nadie, sino tratar de mostrar las opciones y que cada cual con criterio elija la suya.
Como iba diciendo, la imagen es un arma de doble filo que puede embaucarnos y terminar de convencernos, pero también es una vía para conocer muchos aspectos acerca de una empresa. Generalmente una marca que cuida su aspecto, presencia y atención suele ser fiable, de calidad y recomendable. No dudemos en preguntar sobre ella en Foros especializados, en consultarles o, como hemos dicho, buscar información y opiniones en Redes Sociales o Internet. Y solo entonces, tratemos de formularnos una opinión acerca de ellos.