En el momento en el que concebimos la sastrería más allá del ámbito estrictamente formal, comenzamos a adentrarnos en un mundo infinito de posibilidades, invenciones e innovación.
No es que no podamos disfrutar de ciertos detalles a la hora de encargar una prenda de mayor formalidad, pero en éstas si que es verdad que debemos guardar cierto rigor y ceñirnos a un protocolo más o menos definido. Sin embargo, en las prendas más ociosas si que podemos permitirnos el lujo de incluir ciertos elementos, acabados o construcciones en los que quizás jamás habíamos reparado.
Desde mi punto de vista, es con las prendas algo más desenfadadas donde podemos hacer volar nuestra imaginación y con ayuda de un sastre motivado crear prendas verdaderamente únicas.
La innovación, en sastrería, siempre es algo relativo, pues en muchas ocasiones no se sabe quién realmente inventó tal o cual elemento. Sin embargo, tener la capacidad de adaptar o reinterpretar un elemento en nuestras prendas y hacerlo a nuestro gusto es uno de los grandes placeres que nos ofrece la sastrería más artesanal. ¿Tendremos que aprovecharlo, no?
Algunos vemos en un traje artesanal mucho más que una prenda que nos sentará como un guante. Para eso la Sastrería Industrial y el Made To Measure ya van evolucionando a grandes pasos y ofrecen soluciones y prendas con un nivel muy alto de satisfación en este sentido. Pero la Sastrería Artesanal ofrece un plus que jamás encontraremos en esas otras vías. Una capacidad de creación inalcanzable para los procesos industriales de hoy día.
Pero no confundamos la innovación o la originalidad con la ostentación y el espectáculo. Existen formas elegantes de dar un toque diferente a nuestras prendas, sin que por ello parezcamos un empleado circense.
Un buen ejemplo de estos recursos innovadores, pero con clase, los hemos podido ver en más de una prenda de mi amigo Fabio Attanasio. Siempre en clave de ocio pero con un perfecto equilibrio entre elegancia y discreción. En la imagen de arriba podemos ver una chaqueta creada por CHIAIA Napoli, en la que descubrimos detalles como un bolsillo de parche interior con tejido estampado de gran contraste, un sólo botón con presilla de refuerzo en el martillo de la manga, o un hombro poco armado y muy natural, a pesar de cierta exageración, con la conocida spalla camicia napolitana.
Todos ellos claros ejemplos de cómo crear una prenda en la que hacemos de la artesanía nuestra aliada para otorgale esa distinción sin caer en la exageración.
Ya hemos visto cómo a través de la abstracción de las formas tradicionales y aplicando ciertos cambios en construcción y elementos podemos, con cierto gusto, conseguir grandes y originales resultados. Pero también podemos conseguir una diferenciación haciendo notar ciertos acabados como artesanales. Es decir, aquí en España muchos sastres parecen tener miedo a que la mano del hombre quede reflejada en sus prendas, cuando en otros países es realmente lo que se pretende.
Como decíamos al principio, quizás en prendas formales no busquemos estos acabados por el propio carácter de la prenda pero en otro caso si que podemos buscar -y encontrar- esa informalidad a través de la imperfección que produce la mano del artesano.
Arriba vemos el trabajo de Nicolás Zaffora, sastre argentino, sobre un bolsillo de parche, aplicando un doble picado en un tono naranja, que a pesar de ser atrevido queda francamente origina combinado con lo que parece un algodón beige del paño de esta chaqueta.
Esta técnica, conocida también como AMF -por el nombre de la máquina que en confección industrial lo hace-, de una forma u otra es aplicada de forma artesanal por diferentes sastrerías de todo el mundo con el ánimo de conseguir un aire diferente y más casual en sus prendas. Suele usarse para decorar solapas, bolsillos, bajos, martillos, costuras de manga, o costura de hombro.
En la imagen que abre este artículo tenemos otro ejemplo, esta vez de la sastrería polaca Zaremba.
Arriba lo vemos aplicado por La Vera Sartoria Napoletana de Orazio y Pino Luciano, que suelen usarlo para decorar sus solapas, realizándolo con cierta tensión de manera que forme esas arrugas en el borde del tejido que si bien para algunos sastres es todo un defecto, para algunos clientes es un gran descubrimiento, ya que es un efecto difícil de encontrar en el mercado RTW.
Si comparamos la imagen de arriba con esta otra bajo estas líneas -de Zaremba– nos daremos cuenta de que cada taller aplica sus propias técnicas, consiguiendo diferentes resultado pero igualmente ambos interesantes. También podemos observar en las imágenes de este artículo como este acabado bien puede darse con hilo de contraste o al tono, en función de si buscamos mayor o menor protagonismo. Aunque como ya habéis podido ver arriba, el protagonismo también puede conseguirse según la puntada o la tensión de la misma.
Generalmente estas puntadas suelen darse con hilo de seda, por su mayor resistencia a la tensión y el desgaste, además de ser más gruesa y dejar más huella.
Si nos fijamos en el siguiente trabajo del napolitano Mimmo Pirozzi, descubriremos que al igual que Zaremba, este es más aficionado a las puntadas separadas pero bien marcadas, sin demasiada tensión. Mientras que el taller de Orazio Luciano parece ser más propenso a la puntada con menos separación entre sí pero mucha más tensión.
¿Tú con cual te quedas?
Dejamos a un lado los diferentes tipos de cosido para ver unos nuevos ejemplos de la mano de los coreanos B&Tailor en los que nos demuestran que también podemos arriesgar a veces e incluir determinados elementos quizás impropios de este tipo de prendas, pero que en conjunto no parecen desentonar.
¡Qué sería de la innovación sin el riesgo!
Como podemos ver en la imagen superior, se trata de un traje de lino (seguramente mezclado con seda o cualquier otra fibra a tenor de su superficie poco arrugada) en el que descubrimos varios elementos un tanto especiales.
No sabría decir si es más llamativo el martillo situado en el bajo del pantalón -incluyendo sus cuatro botones- o el bolsillo de parche con cartera y botón al estilo cargo que podemos ver a la altura del muslo. Sin duda, elementos totalmente inusuales pero que la verdad no parecen quedar del todo mal.
Pero más sorprendente -e inusual- es la construcción de la chaqueta. En un principio parece no contar con forro interior, pero al consultar con un sastre me comentan que podría ser que estuviese forrada con el mismo paño tan sólo los delanteros, pero hasta la costura del costado. De esta forma parece o bien no estar forrada o bien estarlo con el propio paño. En cualquier caso hemos coincidido en que es algo francamente original.
Cambiando ligeramente de tercio, nos habremos dado cuenta ya de que los bolsillos son elementos propensos a recibir modificaciones realmente originales. Anteriormente hemos visto cómo Mimmo Pirozzi no sólo experimentaba con su picado perimentral sino también jugaba con la forma de sus carteras, algo que de forma ingeniosa también podemos ver a continuación en esta prenda de la sastrería griega Bespoke Athens.
Y si ya de por sí es poco habitual por estas latitudes un bolsillo americano, menos aún es que vaya picado en todo su perímetro con hilo de contraste y presillas de refuerzo, como podemos ver en este trabajo de Nicolás Zaffora. Fijáos en la imperfección de la puntada del picado. Algunos pensarán que es toda una aberración, pero personalmente es algo que me encanta.
Y hablando de presillas, con ellas no sólo podemos reforzar o sujetar determinados elementos que por circunstancias nos interesen -Un fuelle, los bordes de un bolsillo, unas pinzas…- sino también podemos conseguir un punto de distinción, que si tratamos de manera inteligente puede resultar muy interesante. Veamos un par de ejemplos en pantalones de Zaremba.
Son muchos los detalles que nos dejamos en el tintero, como los bajos con fuelle abierto o el puño mosquetero de Cifonelli, los bajos con vuelta y botón interior que podemos encontrar como propios en muchas sastrerías, y muchos detalles más de los que ya hablaremos más adelante.