Hoy vamos a hablar de una perfumería quizás menos conocida pero no por ello desmerecedora de ser probada por todo aquel aficionado a estas lides.
1. Kouros silver, YSL
Kouros fue uno de los emblemas de la marca de M. Saint Laurent en los años 80. Estandarte de las llamadas colonias “macho” de ese momento, dio el toque de salida a una gran estela de otras fragancias que se movían por coordenadas parecidas. Se dice que el hito de Kouros surgió de la pregunta que Saint Laurent se hizo en una ocasión: “¿A qué olían los griegos arcaicos?”. Trasladó esa pregunta a su equipo de perfumería y elaboraron esta obra, que tomó el nombre con el que se conocen las antiguas esculturas del período arcaico. De una piedra rígida y amarillenta, redondeada por los siglos, surgen expresiones hieráticas en las que Saint Laurent quiso reconocer la cuna de la civilización de la quiso sentirse heredero. Ese mundo perdido, con su romanticismo, pasó a constituir en su imaginario, una rica fuente de erotismo, de virilidad y de pureza. Saint Laurent buscó aromas de inciensos y especias, notas animales, sexuales, y lo condensó en el Kouros de 1981. El creador francés reconoció en el arte de nuestro pasado griego, una materia de inspiración para su propio arte.
Pese a que ese Kouros original resulta fuerte y puede parecer de otra época, sigue siendo uno de los hitos de la historia de la perfumería. La casa Saint Laurent, consciente del progresivo envejecimiento de este perfume, aprovechó el nombre para adaptarla al presente a través de algunos flankers. Body Kouros (2000), por ejemplo, en mi opinión nada recomendable, y este Kouros Silver del que se ha hablado poco. Kouros Silver salió en 2015. Predominan las notas cítricas y de fruta verde que emergen como salida para fundirse con una vainilla ligera y ambrada pero envolvente. Se ha dicho que las notas de salida son excesivamente químicas y sintéticas, y tal vez sea así. Pero es inmediatamente después que el perfume comienza a mostrar su verdadera personalidad, al mezclarse con aire, con la ropa, con la piel. Para consumidores de Sauvage o de Boss Bottled, es una buena alternativa.
2. Habit Rouge, Dress code. Guerlain
Habit Rouge es uno de esos perfumes insignia del buen gusto y de la elegancia. Pese que no son pocos los que dicen que es un perfume atemporal, en mi opinión, como gran parte del catálogo Guerlain, Habit Rouge huele a otra época. Eso mismo debió pensar Thierry Wasser cuando le encomendaron renovarlo y darle un aire contemporáneo. Pero primero déjenme decir un par de cosas sobre el perfume original: el nombre, bello, aristocrático, tiene su orígen en las chaquetas de caza de color rojo que llevaban los nobles en las partidas de caza. Jean Paul Guerlain habló en ciertas ocasiones del olor que recordaba de los establos, del frío de las cuadras en invierno y de cómo quería dotar con ellos, este perfume oriental de una gran personalidad. Habit Rouge tiene todo eso. Como los perfumes de otros tiempos, es una remarcable polifonía, quizás excesiva, de más de veinte notas. Cítricos y frutales, flores, de entre las cuales emerge con fuerza y elegancia la frescura de la rosa, especies, y poco a poco, madera, bergamota, vainilla y un cálido ámbar. Estas paletas complejisimas y de enorme riqueza son difíciles de encontrar en la perfumería actual, mucho más básica. Habit Rouge se ha vendido como un perfume dandy: auténtico, creativo, genuino. Y yo no sé cómo apreciar un perfume de 1965 porque me cuesta hablar ese idioma que rápidamente me hace pensar en coñac, señores mayores y colonia rancia en un ascensor de espacios reducidos, pero lo que ha hecho Thierry Wasser es magia. Este fantástico traductor ha cogido ese mismo perfume, lo ha situado en pleno 2018 y le ha hecho hablar nuestro mismo idioma con soltura, espontaneidad y sin perder un ápice de la distinción y la elegancia que se le suponía antaño. ¡Qué bien huele la rosa de Wasser! Es una de esas rosas aterciopeladas que aún guardan algunas gotas de rocío. Mezclada con la bergamota y las flores blancas, alcanza su máxima expresión en contacto con la que será la su mayor aportación: el praliné.
Dress code, es casi perfecto y una de mis fragancias favoritas. Su estela es poderosa y repleta de matices. Guerlain haría muy bien en hacer una reescritura de sus clásicos de la misma manera como lo ha hecho con Habit Rouge. Es de las pocas maneras que se me ocurren de perpetuar la gloria que se le conoce a esta maison française. El único problema es que de momento no lo he encontrado nunca a la venta en España y no tengo claro que esté asegurada su continuidad en el catálogo de la firma. El Dress code nació en 2015 como un homenaje creativo al original, como un guiño que no estaba pensado para permanecer más de una temporada al frente de los escaparates de las tiendas Guerlain, como pieza de coleccionismo. Pero aparentemente y de manera imprevisible, su importancia parece haber ido acrecentando y esta singular creación efímera se está convirtiendo en un habitual de cada temporada. Espero, y lo hago sinceramente, que llegue a consolidarse como lo que es: una fantástica obra de arte envuelta en un bello diseño que va menguando ligeramente año tras año.
3. Beach walk, Maison Margiela
Monsieur Margiela fue en sus inicios asistente de Jean Paul Gaultier. Poco conocido por el gran público, formó parte de varios movimientos estéticos que le situaron al lado de creadores como Rei KawaKubo, fundador de Comme des garçons, en esas posiciones conocidas como “vanguardistas”, cuya base es la llamada deconstrucción. Martin Margiela empezó a ser más conocido con la llegada en 2014 del genial y provocador John Galliano, que le reemplazó al frente de su departamento creativo. Su línea de perfumes es rica, creativa y generalmente, abiertamente unisex (si es que ese concepto puede tener verdadera relevancia). Sus creaciones vienen envasadas en un estilo minimalista que imita el etiquetado a mano, handwritten, de los perfumes antes de ser marketeados; una declaración de intenciones y una representación de la genuinidad que reivindican. Cada una de las fragancias de Maison Margiela quiere ser la condensación de un instante, de un momento, de una ensoñación. Con ese material lírico, sus perfumes quieren recrear atmósferas, tejidos sensoriales y emociones tan potentes como el recuerdo. Beach Walk, Cotton Club o Sailing day parten de esa premisa. La casa ha creado incluso un kit llamado Memory Box, en el que se cuentan varias muestras de estas creaciones. Todas ellas forman parte en su conjunto de la colección Réplica, que vendría a ser la línea editorial en la que se enmarca todo lo que sale con el nombre de Margiela.
La fragancias que hasta poco eran desconocidas en España, han desembarcado ahora en Sephora. Entre ellas, este Beach Walk. Bergamota, coco, cítricos y notas marinas que pretenden recrear el imaginario oceánico que lleva su nombre. A mi, personalmente, me fascinan esas misteriosas notas portuarias que hacen pensar en la sal sobre la piel en un día de invierno y que se han quedado estancadas, para mi deleite, en algún lugar de mi memoria. Casi se podría decir que son espectrales, porque están sin estar. Por lo demás, Beach Walk es una perfecta y sutilísima creación en clave femenina pero que en mi opinión puede llevarse en unisex. Tan elegante como efímera.
4. Love, Chloé
Por último, un perfume de 2010 de la casa Chloé del que ya no se oye a hablar demasiado en 2018. Pero lo cierto es que Love, de Chloé, que ni siquiera ocupa un puesto destacado entre las cabeceras de la firma, es un perfume maravilloso, tan discreto como elegante. Muchas veces, al olerlo, he pensado que una de sus virtudes es sencillamente la de oler a limpio. Es un perfume que busca más la sensación clean que el histrionismo olfativo. Love, huele a limpio, a piel suave, lavada, despierta. Es casi un perfume que no está, que no reclama protagonismo alguno y favorece los olores naturales de la piel. Se abre con notas de flor de naranjo y ligeras especies rosas, para pasar a centrales de iris, jacinto, glicinia, lilas, etc. Finalmente, almizcle, arroz y notas atalcadas, que son las que más predominan en el secado y que son el alma de este perfume. Si esta fragancia fuera un color, sería un blanco roto, impoluto, cálido, sosegado pero lleno de vida. Su estela es sencillamente deliciosa y las especies dan un toque de color a ese monocromo atalcado, en los que los discretos aromas de la glicinia nunca acaban de desaparecer. Love, no es pasional como su nombre podría sugerirnos, ni incurre en la cursilería de algunos perfumes, tan sujetos a su propio storytelling. Love no tiene más pretensión que la de oler bien. Perfume de día, de oficina, es el color de base sobre el que pintar otras emociones. Y por ello, es un secreto muy bien guardado.