Mucha gente piensa que vestir elegante es incómodo, y quizás por ello asocian mayor comodidad al vestir con vaqueros y camiseta que el hacerlo con americana y corbata, pero lo cierto es que no tiene por qué ser así.
El problema viene dado por el desconocimiento. La gran mayoría de hombres con los que nos cruzamos por la calle en casi cualquier punto de España demuestran cada día tener poca idea de vestir una corbata, de saber elegir la talla adecuada de sus zapatos o tener la menor idea de elegir los arreglos necesarios para nuestra nueva chaqueta.
No pretendo molestar a nadie, pero si muchos a día de hoy siguen pensando que llevar una sudadera de algodón es imperativamente más cómodo que portar una americana de sport es porque desconocen por completo esta última opción.
Hoy pretendo desbancar ciertos mitos y tratar de aclarar ciertas cuestiones que espero despejen el camino para aquellos que gustan estéticamente de la moda clásica pero que todavía no se atreven a dar el paso porque piensan que no va con ellos eso de ir incómodo.
La primera creencia incorrecta que tenemos es…
Llevar corbata es molesto y agobiante.
Razón por la cual muchos suelen llevarla con el nudo muy flojo o directamente con los botones de la camisa desabrochado. Si este es tu caso, te recomiendo que mejor no la uses, quedará mucho mejor. Pero estoy totalmente en desacuerdo con la afirmación anterior.
Una corbata anudada al cuello puede ser molesta sí, pero generalmente es por una razón muy concreta, y es que el cuello de la camisa nos queda pequeño. La gran mayoría de hombres cuando compra una camisa ni siquiera se molesta en comprobar si el cuello le cierra bien, simplemente reparan -con suerte- en si les queda bien de hombros, de cintura y de largo.
No sé si es sólo mi caso particular, pero me atrevería a decir que hay muy pocas probabilidades de que una camisa nos quede perfecta sin retocar de ningún sitio. Por ello, dada la oferta y costes de hoy día para la camisería a medida industrial, yo recomendaría esta opción para garantizar que todo queda en su sitio. De esta manera nos olvidaremos de esos cuellos que no cierran, de esas mangas que nos sobran o de esas bolsas que se nos acumulan en la espalda por falta de pinzas…
Aunque si damos con la marca en la que nuestro fit es más o menos correcto y el precio es sensiblemente mejor, pues adelante.
Otro mito que últimamente escucho mucho es que…
Los pantalones de vestir son muy anchos en los bajos.
En un mundo gobernado por el slim fit es normal que la reacción de muchos jóvenes sea la de rechazar por completo los pantalones de vestir porque son mucho más anchos que sus vaqueros o chinos. Y tienen toda la razón. Pero gracias a muchas marcas actuales esto ha dejado de ser un problema. Hoy día encontramos en la gran mayoría de marcas masculinas al menos la opción de algún pantalón con este tipo de corte, sin llegar al extremo del skinny.
No obstante, debemos tener una cosa clara. Y es que un pantalón de vestir NUNCA será un pantalón que podamos llevar en la cadera o como si fueran nuestros desgastados chinos del verano. Un pantalón de vestir hay que llevarlo en la cintura y preferiblemente la caja debe ser algo mayor que la de un pantalón sport. No nos asustemos por ajustar la cinturilla donde corresponde, el pantalón está preparado para ir en esa postura y cualquier otra alternativa será una mala opción.
Otro punto que me gustaría destacar es que…
Las mangas de una chaqueta no deben arrastrar por toda nuestra mano.
La primera regla que todo hombre debe aprende, y afortunadamente cada vez más se ve, es que la manga de una chaqueta debe mostrar al menos 1 cm o 1.5 cm de la camisa. Pero ojo, eso no quiere decir que debamos sacar la manga de nuestra camisa esa diferencia, porque entonces sólo conseguiremos arrastrar la manga de la camisa además de la de la chaqueta.
Sí, deberás arreglar tus chaquetas y posiblemente las mangas de tus camisas para que esta regla se cumpla. En cuanto lo pruebes verás como te sientes mucho más cómodo sin el molesto roce y sensación de que la chaqueta te queda larga de mangas.
Otro aspecto, ya más estético que práctico, es el conseguir que el ancho de las mangas sea algo más ceñido que el de los trajes más clásicos que portaban mangas tan anchas como perneras de pantalón. Esto conseguirá estilizar nuestra figura y sentiremos cómo la prenda se pega a nosotros reduciendo mucho esa sensación de estar vistiendo un saco de patatas.
Los zapatos son otro aspecto a tener en cuenta y es que la talla de nuestro calzado formal no corresponderá con la de nuestras zapatillas de deporte…
Soy consciente de que hay una determinada edad en la que todo hombre parece querer tener el pie más grande que ninguno de los que le rodea, como si aquello fuera una señal inequívoca de hombría. Pero cuando se nos pase la tontería, deberíamos volver a nuestra talla REAL de calzado, que seguramente sea inferior a la que actualmente estéis portando.
Algunos tienen la equivocada creencia de que un calzado formal debe ser inicialmente igual de cómodo que una zapatilla deportiva. Y esto no será así NUNCA. ¿Porqué? Pues sencillamente porque una zapatilla pensada para el deporte o el ocio está repleta en su interior de zonas acolchadas, mientras que un calzado formal por su construcción y acabado lo mucho que llevará es un suave forro en el interior y una plantilla ligeramente acolchada en la planta.
Por lo tanto, debemos entender que irremediablemente un zapato formal requerirá de cierto período de adaptación con nuestro pie. Y de nada servirá que llevemos el pie bailando porque hayamos decido escoger un par de números más para sentirnos más cómodos.
Sin pretender presionaros mucho más hoy, vamos con el último aspecto importante para mí hoy en lo que a vestir formal se refiere…
La combinación del pañuelo…
Me alegra comprobar cada día que nos aventuramos a portar pañuelo en nuestros bolsillos de chaqueta, pero por favor no tratemos de combinar con exactitud el pañuelo con la corbata, y mucho menos con el vestido de nuestra acompañante…
El pañuelo debe combinar con el conjunto de las demás prendas, no necesariamente ser igual, en tono y estampados, que la corbata o ningún otro elemento. Esta es otra de las creencias populares que muchos tienen en su cabeza. Pero por favor, deshaceros de ella inmediatamente!!
El mejor, y más sencillo, recurso si no dominamos todavía el complicado arte de combinar, es optar por la regla de los colores complementarios. Es decir, elegimos primero la corbata, por ejemplo, y el pañuelo lo elegimos siguiendo la relación de colores complementarios. Según este círculo cromático, los colores opuesto al elegido serán los complementarios.
No quiero que creamos que con estos rápidos consejos ya está todo hecho, porque son muchos más los detalles que debemos tener en cuenta. Pero esta me parece que puede ser una buena guía inicial.