Hace aproximadamente un mes hablamos del comienzo de mi primer encargo zapatero a Antonio García Enrile, en forma de unos Derby semi-brogue en piel micrograno en tono burdeos. La semana pasada al estar unos días por Sevilla tuve oportunidad de pasarme por el taller y ver el avance en el trabajo de mi par de zapatos.
Antonio había estado pasándome fotos de todo el proceso de corte y costura iniciales. Para el día que yo llegué ya estaban montadas las piezas del exterior, cosidas solidariamente con el forro interior, e incluso también cosido el vivo que rodea toda la boca y orejetas de la cordonera.
En la imagen bajo estas líneas podemos ver algunas de las piezas que formarán parte de la construcción de este zapato. Además del cuerpo del zapato ya cosido, encontramos, por ejemplo, las suelas John Rendembach -JR-, las plantas de montado, los contrafuertes del talón, parte de los tacones, el cambrillón de madera o el cerco.
El cuerpo del zapato ya cosido nos intuye un avanzado estado del diseño final que, tal y como habíamos previsto, es sencillo y discreto.
En este estadío podemos apreciar ya el diseño final del brogueado, caracterizado por esas formas geométricas triangulares, alejadas de las típicas circulares. Abajo podemos ver también el vivo en calf azul del perímetro.
Antonio, en su trabajo le da mucha importancia tanto a lo que se ve como a lo que queda oculto para el cliente una vez terminado. Y en este sentido, los contrafuertes interiores son una pieza clave para él.
Para que nos hagamos una idea, usando un simil sastrero, los contrafuertes en el zapato es en zapatería lo que las entretelas en sastrería. Aquel material que ayuda a dar forma y cuerpo, e impide que esto se pierda con el tiempo y uso. Y al igual que en sastrería, su calidad y disposición son determinantes para un buen resultado final.
Generalmente los contrafuertes básicos están situados en la puntera y el talón, pero en el caso de Enrile, estos se prolonga uniéndo uno con otro por el lado interior del zapato y en el lado opuesto hasta más allá de la mitad. De esta forma se consigue un conjunto rígido que impide que el zapato ceda en exceso y en la zona del puente ayuda también a que nuestros pies estén más descansado tras largas horas de pie.
Sobre estas imágenes vemos a Antonio rebajando el contrafuerte de la puntera con un cristal para que su grosor sea el justo y necesario, además de coger forma según la horma.
El resultado final es ese que se aprecia en la siguiente foto, en donde vemos una de las mesas de trabajo del taller. Y entre tantas herramientas y materiales encontraremos un par de plantas de montado, las cuales serán usadas para la siguiente fase del proceso.
Las plantillas son clavadas con grapas a la horma para, mediante un posterior golpeado con martillo, darle justo la forma de ésta. A esta planta de montado será cosido el cuerpo del zapato y a su vez la vira que será cosida a la suela exterior. No sin antes incluir el cambrillón y el relleno de corcho.
Toda esta enrevesada estructura es lo que se conoce como montado Handwelt, que tiende a confundirse con el proceso mecánico Goodyear, y que en realidad no es comparable, ya que además en este se realiza todo el empalmillado completamente a mano, como si de un zapato bespoke se tratase.
Os muestro una foto de perfil en la que se aprecia la forma que toma a base de martillo la planta de montado interior. Para facilitar su adaptación la plantilla es sumergida en agua, por ello posteriormente se deja en reposo durante al menos 24 horas antes de cortar el sobrante, ya que al secar merma su tamaño y podría quedar excesivamente justo.
A continuación vemos detalle de la zona exterior de las suelas JR, y más abajo el reverso -zona interior- donde se ha rebajado para poder ubicar el conjunto del cambrillón de madera, con el que se consigue que el zapato tenga mayor estabilidad en la pisada.
Reconozco que la piel de micrograno me encantó desde el primer día que la descubrí en Enrile. Me pareció perfecta para el concepto que estaba buscando en este zapato. Su estructura irregular recuerda a la piel grabada que tanto me gusta, pero su menor tamaño de grano la hace quizás algo más elegante y polivalente.
A continuación podemos verla con algo más de detalle, aunque recuerdo que todavía falta aplicarle el acabado final cuando esté terminado el zapato.
En esta imagen superior también podemos ver, si nos fijamos, el pespunte en forma de «L» dado a mano en el extremo de la orejeta. Este es uno de los puntos que más sufre ya no sólo durante la vida útil del zapato, sino a la hora de retirar la horma una vez confeccionado el zapato. Recordemos que todo el proceso se basa en corformar y coser las piezas entorno a esta horma, por ello os podéis imaginar la dificultad a la hora de retirar este molde.
Otra de las peculiaridades del trabajo de Antonio no pude inmortalizarla con fotos ya que para mi visita era un trabajo que ya había realizado. Se trata del casado de forro y exterior. En algunos talleres, una vez que ambos están cortados y preparados, se cosen directamente entre sí, para luego darles forma, en conjunto, con la horma. Sin embargo, Antonio prefiere dar primero forma tanto a forro como a conjunto exterior, para posteriormente pasar a coserlos. De esta manera consigue minimizar cualquier arruga o imperfección producidos al conformarlos en horma.
En el caso de la zona del talón, el forro se invierte dejando la carne y no la flor hacia el lado exterior en uso. ¿Porqué? Porque este lado hará deslizar menos nuestro pie dentro del zapato, además de ser más resistente al rozamiento constante al calzarlos una y otra vez. El forro en este caso se trata de piel vacuno de curtición al cromo.
A día de hoy el proceso, por la información que me ha ido facilitando Antonio vía móvil, parece que ha avanzado bastante como podéis comprobar en el vídeo que subí ayer en Instagram. Pero en la fase que os cuento hoy queda poco más que comentar. Os dejo con alguna foto más tomada aquel día.
Ya queda menos para poder calzar estos magníficos zapatos en mis pies.