Con la reciente celebración del Pitti Uomo 85 hemos podido ver, una vez más, grandes looks y también grandes meteduras de pata. ¿Dónde está el límite?
Personalmente tengo un par de teorías que tratan de explicar porqué personalidades del mundo de la moda acaban siendo algo estridentes con sus vestimentas.
Al margen del recurso de usar nuestra peculiar imagen como herramienta propagandística, creo que son dos las razones por las que uno, poco a poco y casi sin darse cuenta, puede pasar de vestir bien a ser un mamarracho.
En primer lugar, y para mí la que más peso tiene, creo que una de las razones por las que esto ocurre se debe a que inevitablemente estas personas se vuelven cada vez más mediáticas. Esto hace que salgan frecuentemente en diversos medios del sector (revistas, blogs, RRSS, televisión…) y saben que en cualquier momento están expuestos a ser cazados. Y ya sabemos que no hay nada peor en esta vida que te pillen repitiendo prenda en numerosas ocasiones -nótese mi irónico tono-. Por ello creo que en su afán por ser diferentes cada día cometen a veces el error de pecar por exceso.
Este fenómeno es muy frecuente y no sólo lo padecen personalidades internacionalmente conocidas, sino también blogueros que hoy día cobran cada vez más repercusión. Personalmente es algo con lo que lucho cada día porque es fácil caer en ello casi sin darse cuenta, pero hay que recordar que todos realmente somos personas normales y corrientes y lo lógico en ellas es que el fondo del armario tenga principio y final. Y por lo tanto es normal que usemos una prenda en repetidas ocasiones. La idea está en aprender a usarlas sin parecer que siempre vayas igual.
El segundo motivo que considero culpable de hacernos rozar el ridículo son las modas. Y ojo, no estoy en contra de ellas y quien diga lo contrario es que realmente no piensa lo que dice.
Según la Real Academia Española la primera y única acepción de la palabra Moda es la siguiente:
Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.
Y el seguir costumbres es algo intrínseco al ser humano, por lo tanto pretender hacer lo contrario no es más que ir contra nuestra propia naturaleza. Ahora bien, yo defiendo desde los inicios de SinAbrochar que sigamos una moda clásica más atemporal y menos cambiante, basada en ciertos principios más o menos tradicionales, pero adaptados a nuestro tiempo.
La moda existe incluso en el vestir clásico, de eso no hay duda. Sólo tenemos que hacer un pequeño repaso mental a la evolución de los cortes, la alternancia de los tipos de tejido según determinadas épocas de la historia, o la evolución en los complementos del hombre – relojes, corbatas, gemelos, zapatos…- El truco está en hacer que trabaje para nosotros no al contrario.
Las modas tan alternativas y fugaces están pensadas por la industria para aumentar las ventas, al crear un constante deseo por estar a la última.
Alguien comentaba hace unos días en el Foro que vestir clásico no significa llevar chistera y monóculo cual Sherlock Holmes. Y creo que aquí lo mostramos cada día. ¿no? Por otro lado, vestir chaqueta y corbata tampoco implica que lo hagamos de forma clásica y ordenada. Son muchos los ejemplos que vemos cada día que nos demuestran este hecho.
Entonces…
¿Cómo podemos vestir de forma clásica sin ser rancios pero sin caer en el esperpento?
Buena pregunta, que trato de responder cada día. La experiencia me dice que la clave está en usar generalmente prendas básicas, discretas y con fits acordes a nuestra fisionomía, y alternar con accesorios y prendas auxiliares con las que daremos la nota distintiva.
Esto no es algo que se aprenda en dos días. Es más, pienso que es algo que constantemente estaremos aprendiendo y evolucionando. Pero para que me entendáis, lo que quiero decir es que más vale adquirir un traje gris liso que uno con raya diplomática o príncipe de gales ligeramente llamativo. El primero, si el corte es bueno y atemporal, no querremos deshacernos de él nunca. Sin embargo, el segundo puede que alguna temporada en la que predominen más otro tipo de gráficos en los paños no lo usemos demasiado.
¿Dónde tenemos que innovar?
Los complementos serán nuestros verdaderos aliados…
En este artículo traté de mostraros cómo jugar con la ambigüedad de un traje según sus complementos, y es justo a lo que quiero referirme hoy. Debemos buscar prendas polivalentes y que den salida a cuantos más complementos mejor, y las prendas que mejor funcionan para esto son las más básicas.
Viste un traje azul marino con una camisa rosa y una corbata verde regimental y serás uno más de la calle. Ahora bien, usa el mismo traje azul marino con una camisa celeste con un discreto tejido Twill, una corbata desectructurada de lana en color naranja pálido y un pañuelo blanco con ribete verde y serás otro!
No me cansaré de decirlo, el mayor recurso de un hombre clásico son las texturas. Ellas nos hacen diferenciarnos sin ni siquiera tener que salirnos de los colores habituales. Nos dan ese punto rebelde y desenfadado que a veces buscamos en un color que sólo nos hace llamar la atención.
Experimentemos con texturas y descubriremos un mundo paralelo de combinaciones y recursos.
Sólo por poneros un ejemplo, el otro día hablábamos de los abrigos confeccionados en Casentino. Imaginad a dos hombres impecablemente vestidos, uno con un sencillo abrigo cruzado en lana y color azul marino. Y junto a él otro hombre con un abrigo muy parecido pero confeccionado con un discreto paño marino en Casentino. Ambos irán correctos pero sin dudarlo este segundo caballero será el que ponga la guinda al pastel.
Este es sólo un ejemplo. Son muchos los detalles que pueden diferenciarnos y muchas las horas que tendremos que pasar informándonos del origen de uno u otro tejido, las ventajas o inconvenientes de una determinada piel o los pormenores de una prenda desectructurada…